lunes, 13 de mayo de 2013

Discurso del acto Frente a la Globalización en Jaén (II).



Discurso de Tomás Pérez Vallejo:

Vivimos dentro de una mentira, una mentira muy bien montada, esa mentira se llama globalización. Siempre nos cuentan los beneficios de la globalización, de la posibilidad de entablar relaciones con cualquier parte del mundo, tanto económicas como profesionales y personales. Esto suena muy bien, pero yos os digo que esto de la globalización no es algo nuevo, nació con el imperio romano y ¿sabéis qué sistema levantó aquél maravilloso imperio? El esclavismo. Su engranaje se engrasaba con miles de esclavos, unos de Mauritania, otros de Dalmacia, otros de Britania o de Hispania. ¿Os suena esto a algo? Ayer eran personas de África, América y Europa del este las que dejaban sus vidas y sus familias en su tierra de origen para engrasar al capital inmobiliario español, hoy somos los españoles los que lloramos nuestra Patria para ganarnos un mendrugo de pan en Londres fregando platos. Esa es la cara que vemos nosotros de la globalización, que ha creado un sistema apátrida, el sistema del capital, donde hacer dinero rápido y sin tener en cuenta a quién se pisa, ni las consecuencias que van a tener esos actos. Un claro ejemplo son las deslocalizaciones de empresas a otros países donde los trabajadores, a veces niños, laboran de sol a sol a cambio de una limosna. Esto lo hemos vivido hace unos meses en Martos.

La globalización es esa gran mentira que beneficia solo a unos pocos privilegiados que dominan las finanzas mundiales y las leyes a través de unos políticos mamporreros. De este modo se hacen cosas tan raras como lo siguiente. El año pasado la Unión Europea se dedica a tirar piedras a su propio tejado, o más bien al tejado de los agricultores españoles, en el momento en que abrieron las puertas de par en par a los productos Marroquíes. Qué significa esto. A los agricultores españoles cada vez se le aprietan más las tuercas con impuestos, medidas sanitarias, carnés de manejo de fitosanitarios, se hace una legislación que promueve una producción cada vez más respetuosa con el medio ambiente, en Jaén sucede con el olivo. Y alguno se preguntará, pero cuál es la pega de que se promueva una agricultura de calidad y más ecológica.

Yo se lo diré. 

A renglón seguido, nos dicen que las explotaciones tradicionales son inviables desde el punto de vista económico, que hay que transformar el olivar para que sea rentable en superintensivo, que es un tipo de cultivo que necesita continuamente productos químicos y agua para rendir. Entonces en qué quedamos. La respuesta es bien clara, mientras el pequeño campesino español es esquilmado y no puede reconvertir su explotación en superintesivo por ser esta una tierra que carece de toda el agua o tierras llanas que exige el superintensivo, los grandes capitales europeos ya se han encargado de invertir en Marruecos, donde no existen tales exigencias y la mano de obra es regalada, para después vendernos en Europa esos productos a través de una competencia desleal. En resumen, hay unos señores que se están forrando a nuestra costa con la ayuda de las leyes que hacen los políticos y nosotros sin darnos cuenta.

Y en todo este embolado ¿qué función tiene el ciudadano? Nuestra función es la de legitimar con nuestro voto a estos políticos lacayos del capital, que nos usa como los padres divorciados que para hacer daño al otro le dice al niño lo mala que es su mamá cuando le toca ese de fin de semana. Es un teatro muy bien montado, mientras ellos montan la escena trilera del, y tú más, por detrás nos roban la cartera. Un ejemplo muy claro se da aquí mismo. ¿Cuantas promesas se les han hecho ya a los vecinos de las Protegidas? El ayuntamiento del PP quería tirar los pisos para hacer flamantes residenciales, pero va el gobierno socialista de la Junta para joder, y mete al barrio en un catálogo de protección para que no se tire un tabique, aunque promete a los vecinos un beneficio con la reforma de sus casas. Y de esto hasta hoy. Promesas, mentiras y teatro, mientras nos roban la cartera cuando ya le hemos dado el voto. En definitiva a esto se llama corrupción.

Hoy en la calle además de la palabra crisis, la que más se oye es corrupción. Quiero que los que hoy nos acompañáis tengáis algo muy claro, no se puede corromper algo que nunca ha estado sano. La corrupción de la era Juan Carlos de Borbón comienza con el traicionero abandono a manos de Marruecos de un territorio tan español en aquel momento como Ávila, me refiero a la provincia española del Sahara, esta invasión imposibilitó su posterior derecho a ser un pueblo libre. Continúa con el apaño de una Constitución en la que no hay separación de poderes. Sigue con el perjurio del rey de los Principios Fundamentales del Movimiento saltándose, por la gracia del Caudillo, la línea sucesoria que recaía legítimamente en su padre Juan. Corrupción es que, presuntamente, todos los dirigentes de todos los partidos sabían día arriba día abajo lo del 23F. Corrupción es que la reina Sofía y los políticos de turno sean invitados a las reuniones del club Bildelberg, compuesto por los más poderosos del planeta, y de cuyas conversaciones nada puede transcender al público. Corrupción fueron las privatizaciones de empresas públicas a precio de ganga, y en las que luego aquellos políticos que favorecieron la venta son contratados por los holdings que compraron lo que era de todos los españoles. Corrupción es el enchufismo y las prebendas de la clase política y adláteres. Corrupción son los recortes en sanidad y educación, gastando a cambio, millones en nacionalismo. Corrupción es que los terroristas estén en las Cortes y paseando por las calles con la connivencia del Gobierno y el poder judicial. Corrupción es que los gobiernos rescaten bancos con millones que salen de nuestros bolsillos, mientras los usureros privan de hogar a las familias españolas. Corrupción es que se apoyen guerras como la de Irak por petróleo, y no sean presionados internacionalmente los paraísos fiscales donde se encuentra el dinero de los dueños de la economía mundial. Por todo esto y más, quede claro hoy aquí, que no se puede corromper este sistema porque ya nació pútrido.

Hace mucho ya lo dijimos los patriotas, vivimos en un sistema en crisis. Nadie nos creyó. Al final el tiempo nos ha dado la razón. Hablábamos de los peligros de la globalización, que nos convertiría en esclavos del capitalismo. No nos gustaba el planteamiento que de la Unión Europea se hacía. Por aquel entonces, a la incipiente Unión la llamábamos Europa de los mercaderes. No nos gustaba porque pretendía restar autonomía política a los países a cambio de supuestas mejoras económicas. En España se comenzó a ver algo que no llegábamos a comprender, teníamos que arrancar cultivos y eliminar cabezas de ganado, se nos multaba por producir y se subvencionaba por no hacerlo. Ese fue el disparo que iniciaba la carrera a la economía ficción y la pérdida de autonomía política había comenzado. Se enterró la peseta que era cosa de catetos y entramos en la modernidad con el brillante euro, y de un día a otro lo que antes costaba 20 duros artificialmente sube un 66%, pero ya no éramos los garrulos que cargaban maletas cuadradas y viajaban en trenes TALGO, sino que ahora arrastrábamos grácilmente bonitas maletas con ruedas para montar en AVE o en aviones hacia destinos nunca antes soñados. Más cercana, tenemos la experiencia de haber creído ser ricos. Los bancos y cajas con el apoyo de políticos y sindicalistas de clase, daban créditos a cascoporro para ladrillo e hipotecas, porque el precio inmobiliario subía como la espuma y por arte de magia nunca iba a bajar. Del mismo modo, se suponía que el crecimiento sería como la expansión del universo, infinita. Los gobiernos gastaban lo que no tenían a través de los créditos que se daban ellos mismos a través de las cajas, y de paso beneficiaban a las empresas amigas. Los chavales dejaban los estudios porque en la obra ganaban más dinero que cualquier pringado con carrera.

Y un día nos dimos cuenta de que son también sueños las pesadillas, y de vivir en un sueño pasamos a vivir en una crisis. Nos dimos cuenta que había más casas que habitantes, nos dimos cuenta que una casa que antes costaba 5 millones de pesetas no podían valer 20, nos dimos cuenta de que el crecimiento es limitado, nos dimos cuenta de que Castellón y Ciudad Real no necesitan aeropuerto, nos dimos cuenta de que un niño debe formarse lo más y mejor posible. En definitiva, nos dimos cuenta de que nos la metieron bien doblada. Pero yo os pregunto, hasta cuanto vamos a seguir sin darnos cuenta de que todo este tinglado es un cuento chino. Os lo diré claramente, el problema no es otro que el sistema.

El capitalismo, desde su nacimiento, se ha encargado de hacerse buena prensa, buscar recovecos para no fracasar y reinventarse. Históricamente, el capitalismo ha avanzado en paralelo con un sistema político, la democracia liberal, que es su reflejo. Pero aunque este ser bicéfalo ha muerto de éxito; ha hecho bien su trabajo desactivando ideológicamente las sociedades occidentales. Nos han vendido el cuento de que fuera de la democracia liberal y del capitalismo no hay vida. La mejor propaganda de esto fue el triunfo de los aliados en la segunda guerra mundial, no solo vencieron a unos ejércitos sino a un sistema alternativo que podía hacerle sombra. Del mismo modo se vio triunfante frente al comunismo con el hundimiento de la URSS. ¿Y al final cual ha sido la herencia del invicto capitalismo y el sistema democrático liberal? Crisis económica, crisis social y crisis de valores. Pues si ellos se han encargado de desactivarnos ya es hora de impulsar nuevas ideas, ideas revolucionarias, ideas que tengan como punto de partida y de llegada al hombre, debemos gritar hasta desgañitarnos pidiendo una economía y una representación política a la medida del ser humano y no de los mercados.

Pero tened en cuenta que el sistema es un gigante con pies de barro. El sustento del sistema no somos otros que nosotros mismos, con nuestro trabajo y nuestro voto. A estos sinvergüenzas sólo les interesa que acudamos cada cuatro años a lo que llaman la fiesta de la democracia. Y yo me pregunto, ¿qué democracia? Vivimos en una dictadura de partidos. Nos hacen creer que nuestra opinión vale algo, pero a ellos lo que les vale es numéricamente el total de unas papeletas que se echan un día concreto en un momento concreto. Y ya vemos el resultado de esta democracia que tanto alaban. Les da igual que aquellos que les dieron su apoyo en las urnas fue con un programa determinado, ellos secuestran ese voto durante cuatro años y lo usan para aquello que les interese. Lo estamos viviendo todos los días desde el fatídico 20 de noviembre en que la derecha del PP ganó las elecciones con una mayoría absoluta que le cayó madura sin tener que trabajarla, porque Zapatero ya se encargó él solo de enterrar dos legislaturas ominosas, y de paso a toda la Nación con sus decisiones. Y tal como os digo, el gobierno se esconde detrás de millones de votos, que optaron por un programa de bajada de impuestos, pero que a la hora de la verdad sube el IVA, un programa que vendía regeneración y vemos que a cada paso se hunden cada vez más en la corrupción. En definitiva, un programa que nos llevaría a la tierra prometida del crecimiento y nos ha llevado a un erial del 27% de paro en España, que llega al 41% en nuestra provincia, además de pobreza y desahucios.
Vivimos en una dictadura, la dictadura de los idiotas, sí idiotas. El griego nos legó este término que llegó a nuestro idioma a través del latín, que definió como idiotas a los ignorantes. El rey, ese gran cazador blanco, ignoraba lo que hacía su yerno. Cristina, ignoraba lo que hacía su marido. El gobierno y la oposición ignoraban lo que hacía Corina,… la reina no desde luego. El PP ignoraba lo que hacía Bárcenas, Ciu ignoraba lo que hacía Pujol hijo, Griñán ignoraba lo de los ERE, la UGT ignoraba lo que hacía Juan Lanzas, Ana Mato ignoraba lo que hacía su marido. Cuanta ignorancia, cuanto idiota.

En España hemos llegado a una situación en la que todas las instituciones de la Transición están en crisis, ninguna se salva. En este país se dan cosas como que aquella Constitución que crearon, y que debiera ser la fuente de la que emanasen todas las leyes, y en virtud a ella, las Cortes Generales las que legislaran teniéndola como base, resulta que manda más un cacique nacionalista en su feudo regional haciendo una política de hechos consumados sin tener en cuenta la Constitución, la Nación, ni la madre que los parió. Pero el problema no son ellos, sino los gobiernos turnistas que no ponen remedio a esa situación, porque necesitan de su abultado voto en el Congreso, gracias a la ley Dónt, para llevar a cabo sus políticas que nos asfixian día a día. Y por eso PP y PSOE callan cuando en Cataluña se habló del 3%, cuando en Galicia, Cataluña, Vascongadas, Islas Baleares, y región Valenciana no hay forma de que un niño se escolarice en castellano, de que se incumpla la ley de banderas, de que se sienten en los escaños los encubridores de ETA, de que mientras las familias sufren a diario la pobreza se gaste a manos llenas en inventos nacionalistas y televisiones que inflan el déficit regional, pero a ningún gobierno se le ha ocurrido cumplir con la legalidad y anular la autonomía de aquella que no desempeñe con su tarea, que no es otra que servir al ciudadano, y que en momentos de economía de guerra como la que deberíamos tener, es más importante servir al débil que tirar con pólvora nacionalista a cargo de las arcas de España. Ya veis que además de cornudos ponemos la cama.

En España, quién lo iba a decir años atrás, hay hambre. Pero no solo hambre física, sino hambre de justicia. Retomando lo que dije anteriormente, vivimos en la dictadura de los idiotas en el sentido latino, pero no lleguemos a ser nosotros los idiotas que sustentemos este régimen. No sigamos viviendo en la idiocia, creyendo todo aquello que nos dictan ellos y sus medios de comunicación. Idiota, tal como dije, es una palabra cuyo origen está en el griego clásico, y en esta lengua significa egoísta. Se utilizaba para definir al ciudadano que se desentendía de los asuntos públicos, es decir de la política, de lo que le pasaba a su comunidad. Fue Jesús quien dijo que si cumplimos con la ley de Dios lo demás vendrá por añadidura. Los políticos ven a nuestra Patria como un todo a cien, un baratillo que está en oferta, y nos venden a los mercados con la puñetera marca España. Y con esa triste idea de lo que es un país, nos hacen perder a todos. Al empresario de la economía real que produce, le vetan un crédito justo, que acaba en las manos de la banca especulativa. Los trabajadores cada vez pierden más derechos. Lo que conocimos como clase media ya está casi extinta. Cada vez son menos los jóvenes que pueden acceder a la universidad, y la población en general, queda sometida a cada vez más impuestos que le estrangulan, mientras la casta parasitaria vive de la mamandurria. Pues yo que soy menos que Cristo os digo, que sin tener en cuenta los gobiernos que vendrán, si los ciudadanos no pensamos no como marca, sino como Nación, no como seres egoístas, sino como una comunidad que piensa en el problema que aqueja al de al lado para juntos avanzar por encima de los políticos. Será así y solo así, como lo demás nos vendrá por añadidura.

¡POR LA PATRIA, EL PAN Y LA JUSTICIA; ADELANTE POR ESPAÑA!