viernes, 15 de julio de 2016

El islamismo vuelve a atacar Francia de nuevo.


EL ISLAMISMO VUELVE A ATACAR FRANCIA DE NUEVO

Ayer 14 de julio, día nacional de Francia, la tragedia volvió a sacudir al país galo.

Mohamed Lahouaiej Bouhlel, un islamista de 31 años de origen tunecino, con un camión de gran tonelaje alquilado días antes, embistió en el paseo marítimo de Niza a una multitud, dejando de momento más de ochenta víctimas mortales y dos centenares de heridos. Aunque nadie ha reivindicado el atentado, todas las pesquisas policiales dejan a las claras que se trata de un llamado "lobo solitario" afín al yihadismo.

Desde aquí queremos dar, por supuesto, nuestro pésame a todas las familias de los asesinados y advertir que el problema de la mal llamada integración ha sido un verdadero fracaso.

Fracaso porque el magnicida, criado en Francia durante la práctica totalidad de su vida y con la nacionalidad francesa adquirida, ha atacado a sus supuestos compatriotas con el pretexto de celebrar su día nacional.

No le ha importado a este sujeto arrollar y matar ni siquiera a niños. Todo realizado de la forma más vil y calculada, sin ningún tipo de escrúpulo.

Y esto es lo que denunciamos. Que el terror instalado en la sociedad por sujetos de este calibre lleva al temor de que cualquier musulmán pueda ser considerado un potencial criminal. Incluso que pueda ser nuestro propio vecino o compañero de trabajo.

Pero hay responsables directos en todo esto: los gobiernos europeos. Hay que insistir. Lo políticamente correcto se ha instalado en nuestro continente desde los Boletines Oficiales del Estado, desde la Unión Europea y de todos los entes mundialistas. En el caso francés, sus gobiernos han jugado un papel determinante en ello, con el añadido de que además han participado activamente en el desmantelamiento en Libia o Siria de los regímenes nacionalistas que, con gran contundencia, habían aplacado desde sus inicios cualquier atisbo de fundamentalismo musulmán en sus respectivos países. Francia y el resto de países miembro de la UE, junto con EEUU, han llegado a aliarse con estas alimañas islamistas para derribar a Sadam Husein, Gadafi o Al Asad. No comprendieron (ni han comprendido aún) que alimentarlos para imponer los putrefactos sistemas liberales en el norte de África y Oriente Medio es arma de doble filo. Suele pagarse muy caro.

Los regímenes liberales (ya gobiernen izquierdistas o derechistas) pretenden la utopía del multiculturalismo, para destruir nuestra conciencia nacional y cultural, pues sería un obstáculo para sus míseros proyectos de ingeniería social; mientras tanto, los islamistas (aprovechando la imbecilidad de aquellos) pretenden islamizar todo el continente europeo mediante dos vías: la fuerza bruta del terror (dispuestos a matar y morir) y la "batalla demográfica" de los vientres (los nacimientos de musulmanes en Europa son alarmantes respecto a los europeos).

No queda más que la recuperación de un patriotismo férreo ante la afrenta islamista. Y ello pasa por apear con extrema urgencia de los gobiernos occidentales a liberal-conservadores y socialdemócratas, creadores del problema que están pagando con sangre los europeos.