martes, 6 de enero de 2009

Batalla de Baécula.


Desde la asociación Iberia Crúor queremos hacer un pequeño repaso de los acontecimientos históricos ocurridos en la provincia de Jaén, empezaremos por un hecho casi desconocido para la mayoría de los jiennenses, la batalla de Baécula.

La Batalla de Baécula, en la que se enfrentaron las legiones romanas y cartaginesas en el 208 a.C., determinó el origen de la Hispania Romana. La ubicación exhaustiva del campo de la batalla no ha sido precisada todavía. De lo que no cabe ninguna duda es de que el enfrentamiento tuvo lugar en el Alto Guadalquivir.

El conflicto entre Cartago y Roma era inevitable porque ambas potencias pretendían dominar el Mediterráneo. Cartago, la gran rival de Roma, nació como un simple punto de apoyo en el norte de África para los navegantes fenicios, pero pronto se convirtió en capital fenicia en Occidente y, con el tiempo, en una auténtica potencia en el Mediterráneo. En la expansión colonial de Cartago por las costas vecinas no hubo obstáculo que se les interpusiera, hasta que Roma emergió con idénticos propósitos.

"Las Guerras Púnicas" fueron los enfrentamientos armados entre cartagineses y romanos para lograr esta supremacía política y económica. A lo largo de un siglo (de 264 a 146 a.C.), ambas ciudades mantuvieron una pugna sangrienta de la que Roma saldría triunfante, convertida en dueña y señora del Mediterráneo, mientras Cartago, vencida, fue arrasada. Sin duda el más importante de estos conflictos fue el segundo, protagonizado por Aníbal, una contienda de grandes proporciones que se desarrolló en distintos escenarios, desde el norte de África hasta Italia pasando por Hispania.

A nivel histórico las luchas entre Cartago y Roma las podemos dividir en:

- Primera Guerra Púnica: Se alargó más de dos décadas, entre los años 264 y 241 a.C. Roma se alzó con la victoria e impuso a Cartago el pago de una elevada indemnización. En el transcurso de esta guerra nació Aníbal.

- Segunda Guerra Púnica (También conocida como la guerra de Aníbal): Comenzó en el 218 a.C. El general cartaginés conquistó Sagunto y obtuvo grandes victorias en Trebia, Trasimeno y Cannas, donde aniquiló a dieciséis legiones romanas, pese a la inferioridad de su ejército. Sin embargo la falta de apoyo de las autoridades de Cartago le impidió doblegar a Roma. En esta guerra murieron los generales Asdrúbal y Magón. Publio Cornelio Escipión derrotó a Aníbal en las llanuras de Zama en el año 202 a.C. Esta victoria supuso el fin de la segunda guerra púnica y el triunfo de Roma. Cartago tuvo que pagar elevadas indemnizaciones.

- Tercera Guerra Púnica (149-146 a.C.): Roma decidió acabar con su rival de una vez para siempre y le impuso condiciones inaceptables como la evacuación de la capital. Cartago resistió heroicamente hasta ser demolida y quemada hasta los cimientos por las tropas de Escipión Emiliano, y sus fértiles campos sembrados de sal se transformaron en yermos.


La batalla

En Roma, la noticia de la caída de Cartago Nova (209 a.C.) supuso un verdadero alivio por su doble significado: por un lado, porque los romanos volvían a llevar la iniciativa en Hispania; y por otro, porque el riesgo de que Aníbal pudiera recibir ayuda desde la Península era cada vez menor.

Publio Cornelio Escipión "El Africano" pasará el invierno del 209 en Tarraco preparando la campaña del año siguiente. El trato amable (política de congraciamiento que llevaría a cabo en todas sus campañas) que había tenido con los rehenes de Cartago Nova consiguió que numerosos jefes de tribus hispanas se unieran a la causa romana, entre ellos Edecón, caudillo de los edetanos, e Indibil y Mandonio, caudillos ilergetas.

Su siguiente objetivo era apoderarse de la cuenca minera de Sierra Morena, controlada desde la ciudad de Cástulo, y que unida a las minas de plata que le había proporcionado la toma de Cartago Nova, constituían una importante fuente de recursos que los púnicos necesitaban para pagar a sus tropas mercenarias. El ejército de Asdrúbal acampaba en las proximidades de Cástulo. Escipión tenía conocimiento, a través de sus espías, de que la intención del cartaginés era acudir a Italia en ayuda de su hermano Aníbal, por lo que era imprescindible una rápida intervención que lo impidiera.

En los primeros días de la primavera del 208 se encaminó hacia el sur, sabiendo que sus espaldas estaban protegidas y que en caso de peligro (que se unieran los ejércitos púnicos) podría refugiarse en Cartago Nova. Sin dar tiempo a que pudieran unírsele Magón, desde el sur, o Asdrúbal Giscón, desde el oeste, avanzó con rapidez sobre las posiciones del bárquida, quien, enterado de la llegada de Escipión, decidió cambiar de sitio su campamento buscando un emplazamiento más seguro y fácil de defender. La nueva ubicación para las tropas la encontró en las proximidades de Baécula. La posición elegida, una pequeña colina, estaba protegida por un río, que discurría a espaldas del campamento y, delante de ella, había un llano en el que podía desplegarse todo el ejército cartaginés en formación de batalla. Un peñasco que dominaba el mencionado llano hacía que el acceso por los flancos fuera muy difícil. En la parte delantera de la colina existían dos terrazas en las que emplazó las tropas: sobre la más baja la infantería ligera, la caballería númida y los honderos baleáricos, y sobre la más alta su propio campamento.

Escipión no tardó en llegar, pero al apercibirse de la sólida posición que tenía el enemigo dudó sobre la conveniencia de atacar. Era consciente de que no podía esperar mucho, pues corría el riesgo de que alguno de los otros ejércitos cartagineses apareciera por su retaguardia. Tras dos días de acecho, decidió probar suerte y tantear al enemigo.

En primer lugar, Escipión hizo salir del campamento a los vélites y parte de la infantería, ordenando que el resto de las tropas, que permanecían en el campamento, estuvieran preparadas para intervenir en caso de que su colaboración se hiciera necesaria.

Las palabras de su comandante en jefe y la moral que los romanos habían adquirido en la campaña anterior se manifestó en el combate, pues se batieron con tal arrojo que los cartagineses retrocedieron a pesar de sus mejores posiciones desde las que arrojaban gran cantidad de armas y proyectiles. Cuando vio peligrar la situación, Asdrúbal hizo salir a su ejército y lo aproximó al peñasco, maniobra que aprovechó Escipión para lanzar a su infantería ligera en una maniobra envolvente que rodeó el peñasco, atacando el flanco izquierdo de los cartagineses, en tanto que Lelio hacía lo mismo por el derecho.

Asdrúbal, sorprendido, reaccionó demasiado tarde, no consiguió desplegar sus tropas y vio como sus alas cedían al empuje romano y los soldados, que intentaban ordenarse en formación de batalla, no tuvieron más remedio que dar la vuelta y huir. Al percatarse de que había perdido, Asdrúbal intentó salvar lo que quedaba de su ejército, levantó el campamento y emprendió la retirada.

Escipión, de nuevo, había alcanzado la victoria, esta vez en condiciones de inferioridad, con el enemigo atrincherado en posición ventajosa. Consciente de la suerte que había tenido rehuyó la persecución, pues corría el riesgo de que las tropas de Magón y de Asdrúbal Giscón se unieran a las del bárquida, que había tomado el camino de los Pirineos. Asdrúbal escapó e intentó reunirse con Aníbal (no lo conseguiría pues fueron interceptadas y masacradas por las tropas romanas cerca del lago Metauro).

Tras esta batalla las tropas aclamaron a Escipión como "Imperator" por primera vez.

En la campaña de 207 la participación de Escipión fue menor, limitándose simplemente a acosar a Asdrúbal Giscón, dejando en manos de sus lugartenientes, Marco Julio Silano y su hermano Lucio Escipión, las acciones militares. Silano al mando de dos legiones sofocó la revuelta de los pueblos celtíberos soliviantados por Magón. Lucio con dos legiones y mil jinetes asedió y consiguió la rendición de Oringis (posiblemente la actual Jaén).


Consecuencias

Baécula fue una batalla decisiva que determinó el declive del poder cartaginés en el Mediterráneo y el comienzo de la Hispania Romana.

El último de los Bárquidas, Asdrúbal, pudo escapar de Baécula en el 208, y se dirigió a Italia siguiendo los pasos de su hermano Aníbal. El paso hacia el valle del Guadalquivir quedaba libre para los romanos. Escipión instala a sus veteranos en Itálica y comienza la profunda y duradera romanización de la Bética.

Entre las medidas introducidas por los romanos se encuentran: la presencia del ejército romano para controlar el territorio y reclutamiento de soldados de la península ibérica, la construcción de vías (calzadas), el desarrollo del comercio basado en la economía monetaria, la adopción del latín como lengua oficial, la expansión de la vida urbana etc.

Queremos concluir este repaso a la historia de nuestra querida provincia con las palabras de Albert Camus:

“El gran Cartago lideró tres guerras: después de la primera seguía teniendo poder; después de la segunda seguía siendo habitable; después de la tercera ya no se encuentra en el mapa.”